Érase una vez en un país no muy lejano una joven crédula llamada
Consuminicienta que
no tenía suficientemente dinero para comprar todas las cosas encantadoras que quería. Pidió ayuda a su hada madrina, la cual llamó a un hombre llamado
Botinskin que afirmaba poder convertir paja en oro hilándola.
Botinskin envió la fórmula al hada madrina para hacer ese hechizo. Pero fue escrita con una letra tan diminuta, tan diminuta que le costaba verla. Por lo que el hada no lo leyó, confiando que la
Comisión Nacional del Mercado de los Hechiceros la hubiera verificado.
Ante la posibilidad de obtener una gran rentabilidad con el hechizo, la hada madrina compró toda la paja que había en el mercado y también se comprometió a comprar a los granjeros las siguientes cosechas a través de un contrato de futuro. Tan satisfecha estaba con los negocios que estaba haciendo que accedió a prestar a
Consuminicienta el dinero que precisaba para ir a una fiesta a la que estaba invitada. Pero no sólo le dio ese dinero, sino que
le concedió el 125% del dinero que necesitaba. Y fue así como Consuminicienta logró comprar un carísimo traje de fiesta, un palacio y un Mercedes. El resto del dinero lo gastó en Dom Perignon.
El primer pago del préstamo debía efectuarse a medianoche. Cuando sonaron las campanadas, Consuminicienta no tenía dinero para hacer frente a ese pago. Entonces las agencias de
rating calificaron su deuda como calabaza. Cuando los inversores que habían depositado su dinero en Botinskin y en la hada madrina se enteraron de la noticia corrieron raudos y veloces a sus cajas fuertes para recuperar sus ahorros. Pero no encontraron más que paja ya que
el hechizo para convertirlo en oro nunca había funcionado.
Cuando todo parecía perdido, llegaron los
Reyes Magos y dieron regalos a todo el mundo: a los inversores, a la hada madrina, a
Botinskin y, por supuesto, a
Consuminicienta. Todos fueron felices hasta que seis meses más tarde,
Consuminicienta recibe el extracto de su tarjeta de crédito. Ahí descubre que todos
los regalos que repartieron los Reyes Magos los habían pagado con un préstamo a su nombre que tendrá que
pagar durante muchos y muchos años. De esta manera
Consuminicinta pasará el resto de su vida
más pobre que cuando comenzó el cuento.
Adaptación libre de
Tim Harford via
Freaknomics